
Esta fatídica decisión pudo haber acelerado la muerte del cofundador de Apple, cuando aún podría haberse salvado.
Steve Jobs murió de complicaciones de cáncer de páncreas el 5 de octubre de 2011, ocho años después de su primer diagnóstico. Al momento de su muerte, tenía solo 56 años, pero el cáncer le había afectado tanto el cuerpo que se veía demacrado, frágil y mucho mayor que su edad real. Estaba muy lejos del hombre robusto y enérgico que alguna vez fue, pionero en la era de las computadoras personales.
En vida, Steve Jobs fue conocido por pensar de manera diferente. En Apple, había ideado productos que cambiaron el mundo, como la computadora Macintosh, el iPhone y el iPad. El ingenio de Jobs provino de su naturaleza exigente y su asombrosa habilidad para pensar fuera de lo común. Pero, trágicamente, usó la misma mentalidad para enfrentar su cáncer de páncreasSi bien terminó por buscar el tratamiento adecuado, el tiempo ya jugaba en su contra y era demasiado tarde. A medida que pasaban los años y Jobs empeoraba, el público se daba cuenta de que algo andaba mal. Pero Jobs restó importancia a sus problemas de salud y no dejó de trabajar. Revolucionó el mundo cuando presentó el iPhone en 2007. Pero dos años después, en 2009, se sometió a un trasplante de hígado que lo obligó a ausentarse.
Luego en 2011, Jobs necesitó otra licencia. Ese agosto, renunció como CEO de Apple.Mientras agonizaba el 5 de octubre de 2011, Steve Jobs echó un último vistazo a su familia. Luego, su mirada se elevó sobre sus hombros mientras pronunciaba sus últimas palabras. «Oh, vaya», dijo Jobs . «Oh wow. Oh wow.»
Esta es la trágica historia de la muerte de Steve Jobs y las decisiones fatídicas que pueden haberlo enviado a una tumba prematura
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